Pasados los veinte, la protagonista descubre que es GOY y que un mixto es mucho más que un sandwich de jamón y queso. Desde entonces, intenta acercarse al judaísmo sin demasiado éxito. En su búsqueda, se interpone su suegra, quien se resiste a pensar que, para su hijo, ella es mucho más que un “Touch and Goy”.
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