Esa Navidad yo tenía la esperanza de que Edgardo cambie de opinión y me sorprenda con su visita. Por si acaso, teníamos todo listo para recibirlo como en su casa: sobre la mesa –casi como en Shabat- dos velas, pan (dulce) y vino (espumante), y, a su derecha, toda una familia judía lo estaba esperando: José, María, y su hijo Jesús, que en cada Navidad, cae tipo doce para ser el centro. Y bueno, es hijo único y se cree el alma de la fiesta.
Entre los invitados, estaba el tío Pedro. Un tipo macanudo, amigable, con un único problema: alternaba entre hablar en joda y tomar en serio. Demasiado en serio. Yo le había pedido muy especialmente que lo recibiera a Edgardo con su simpatía habitual y lo hiciera sentir cómodo.
Finalmente llegó. A esa altura, a mi tío Pedro todavía le quedaba algo de sangre en su torrente alcohólico, y su versión de recibirlo en familia, se limitó a: “Este es José. Paisano tuyo. No sabés lo mal que la pasa: Nunca se pudo serruchar a su jermu. Encima, le cayó con un hijo de clavo, y en lugar de martillarse las pelotas, se puso una carpintería.”
Edgardo me miró extrañado, pero más sorprendida estaba yo: si en el ambiente de la cole, se conocen todos, “¿cómo es que a estos ni los juna?”
Por las dudas, y antes que mi tío entre en detalle con la vida de todos nosotros, lo dejé descorchando un tinto mientras esperaba para hacerle de “valet parking al trineo”.
Sugestionado con su inminente llegada, Edgardo no probó ni un bocado. Para eso estaba mi abuela, que más que una nona era una bobe:
Abuela –Coma querido, ¿no está rico lo que preparé?
Edgardo –No, no es eso. Es por la kashrut.
Abuela – ¡Pero m`hijo! Estos médicos siempre inventan una enfermedad nueva. ¡Si no es el colesterol es la kashrut!
Edgardo –Gracias abuela, pero me estoy cuidando.
Abuela –¡Ay, vamos, vamos! Coma tranquilo, que el lechón no engorda.
No había caso, parecía como si tuviera un nudo en el estómago. Estaba nervioso, intranquilo. Su mirada iba de lado a lado, entre la chimenea y la puerta, como si estuviera viendo un partido de tenis.
Estábamos a minutos de las doce. La tensión se sentía en el ambiente. Pude ver una gota de transpiración deslizarse por su sien hasta caer en su mejilla.
De repente, entramos en la cuenta regresiva. Alrededor de Edgardo, todos juntos comenzamos a contar en voz alta: “Diez, nueve, ocho, siete…”
Se notaba la adrenalina corriendo por sus venas. Sus brazos, al costado del cuerpo, hacían prever un duro enfrentamiento.
“seis, cinco, cuatro…”
Eran momentos decisivos. Todas las miradas, caían sobre él.
“Tres, dos, unooo……
“CEEEEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!”
¡¡¡¡¡Las doce!!!!!!!! Las campanadas de la Iglesia, retumbaron en toda la casa. Por tradición, saqué la artillería pesada: doce pasas de uva. Comí una tras otra, como pochoclo en el cine. De fondo, estallaron los cohetes, las sirenas, una ovación multitudinaria, todo un comité de bienvenida para agasajarlo, y… ¿podés creer que no apareció?
Por un instante, Edgardo mantuvo su postura desafiante al pie del arbolito, mudo testigo de un duelo que no llegó a ser.
A punto de cantar victoria, su contrincante dio señales de vida. Entre la montaña de regalos, dejó uno para Edgardo. Por unos segundos, pensó en amigarse de una vez por todas con la imagen de ese hombre que lo asustó durante tanto tiempo, hasta que abrió el paquete y…. por fin, lo confirmó todo. Un par de medias y un desodorante. Ahí se dio cuenta que no había nada que temer: el hombre de la bolsa venía cotizando en baja, pero igual le quería arruinar la fiesta.
muyyyy bueno .... me encanto , me hiciste acordar a las navidad de mi familia ... y edgardo tendria la misma sensacion q yo todos los años ... ESTA GENTE NO ES NORMAL , COMO SALIR CASI NORMAL DE ACA DENTRO ??? JAJA
ResponderEliminarsi fuera comida te diria que esto es una arujat gourmet! que bien escribis, y como me haces reir!!! unica! gracias por este blog, no queda duda ya que es un diamante!
ResponderEliminarpp
Anónimo: Eso es empatía!
ResponderEliminarPP: No sé si un arujat gourmet, pero la verdad es que me doy una panzada en la cocina de cada capítulo... y podés creer que me va mejor que en la cocina de mi casa?!!!
Gracias por el empuje y la buena onda ;)
Mravilloso relato, desopilante y gráfico como siempre!!
ResponderEliminarQue pasará con los reyes magos? tendran su versión Goi?!
besos
Andrea: Los Reyes Magos? Para ellos también habrá una versión de Orgullo Goi! Un beso grande y gracias por los comentarios.
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